Me he levantado un minuto antes de que sonara la alarma y eso me ha dado muchísima rabia porque parece que mi cuerpo lo haga a propósito, levantarme justo un minuto antes de que suene la alarma. Y yo, para vengarme, he puesto cinco minutos más la alarma y he dormido cinco minutos más. ¡Chúpate esa, cuerpo traidor! Me he levantado y me he enfrentado a ese temido momento del día (de hecho, para mí ese momento se repite cada vez que lo hago) que es mirarse delante del espejo para ver el estropicio que es mi aspecto después de dormir (y yo, mágicamente, lo sigo manteniendo durante todo el día) y bueno, ¿sabéis ese híbrido entre una ardilla atropellada y un zombie resacoso y drogadicto? Pues ponedlo diez veces más feo y ese será lo que me encontré en el espejo.
Me voy a desayunar y mientras desayuno mis cereales con leche (como lo único que hay es leche fría, no dejo de abrir cartones nuevos para no tener que calentarme la leche porque a esas horas no soy persona y por lo tanto me da mucho palo tener que hacerlo. Si ya me da palo en cualquier momento del día, imaginaos a las malditas seis de la mañana. Total, que mientras desayuno me pongo a ver vídeos de mis suscripciones de Youtube, sin dejar de echar de menos grabar vídeos o poder comentar algún vídeo de esos vloggers que antaño conocí y con los que me hablaba, pero como ya he repetido varias veces, a esas horas no soy persona, mi mente endormecida no llega a poder siquiera plantearse la idea de formular un comentario para ese vídeo. Automáticamente y creo que ya por inercia, me hago la mochila, me meto el portátil en la mochila y me visto, no sin antes echarme las manos a los bolsillos para hacer mi involuntaria comprobación de que llevo todo lo importante en los bolsillos: cartera, móvil y llaves. Listo. Salgo de casa y me enfrento con el cortante viento frío de noviembre. Hace un par de semanas no hacía este frío e íbamos en manga corta. De un día para otro y con el intermedio de tres días de lluvia, cambiamos la ropa de verano por la de invierno. Por un frío súbito y repentino que este año ha llegado antes que el anterior, porque el año pasado casi no me puse manga larga mientras que este año ya me estoy planteando tener que comprarme más camisetas de manga larga porque algunas me van pequeñas o me van demasiado grandes como la que llevo hoy puesta, cuyo cuello me hace más escote que si llevara un top de tía. Y las mangas incluso me son un poco cortas, y por eso me gusta arremangármelas para que no se note que me van cortas, aunque pase frío. Ya sabéis lo que dicen las modelos: “Para lucir, hay que sufrir”.
Salgo a la calle y bueno, un frío que pela. No sé a qué temperatura estaremos pero hacía tanto frío que me he metido las manos con mis guantes en los bolisllos de la sudadera, me he dado las manos y he andado así, como si fuera un cantante austríaco en un certamen de ópera por todo el camino que se me ha hecho interminable hasta la parada. Y para más inri (Iesus Nazarenus Rex Iodeorum), intento mirar cuánto tiempo queda para que llegue el bus en la aplicación y resulta que como se me ha acabado el 3G este mes, no puedo. Pues nada, a la intemperie esperando que llegue el bus y de repente, llegan cinco buses seguidos y el último, mi amado H12. Al menos hoy no lo he visto largarse en mis narices como parece ser ya tradición últimamente. Me he subido y me he colocado en los primeros asientos. Oh, sí. Qué gustazo con el calorcito del bus, mi sudadera y mis guantes. No quería irme. He disfrutado de cada segundo calorcito. Iba pensando en el examen de Medieval que he tenido hoy, pero intenta no pensar en ello, pues la profesora nos dio las preguntas y yo no me he molestado en intentar responderlas, sólo he estudiado los apuntes de cada pregunta, ya me tocará pensar y redactar cuando lo haga.
Llego a Muntaner y me bajo. Golpe de frío. Observo los edificios con los dientes temblequeando. De verdad, no me canso de los portales de Muntaner que ya me conozco como si fueran los de mi propia calle. Llego a la facultad, me cojo el café y subo. Mialgrosamente, no lo he tirado. Ya lo tiré una vez en clase con la manga de la sudadera y la lié parda teniendo que limpiar el suelo y cambiando las sillas y luego lo volví a tirar en la puerta de la facultad donde hay una moqueta que siempre me recordará con una mancha aquel fatídico día en el que el tío no me quiso aguantar la puerta y me hizo caer el café. Gracias, chico anónimo. Cada noche me cago en ti.
Llego a clase y estaba sólo la bedel mirando a ver si funcionaban los rotuladores de las pizarras. Saludo y llegan Paula, Aila y Maria que comienzan a hablar sobre el examen. Más tarde llega Cintia y como veinte minutos después la profesora de Historia Moderna, que me encanta porque es napolitana y es lo mejor porque sabe catalán como si fuera de aquí. La adoro. La clase ha tratado sobre unas supuestas lecturas de las que no ha hablado, pero que colgó anoche de 29 páginas, lectura que nadie se ha leído por el examen de Medieval. Y mientras tanto yo haciendo maravillas con el pañuelo amarillo y el cuello porque hace frío y se me ve todo. Después de clase, he ido a imprimir ciertas cosas del día a la copistería y después a comprarme mi bocadillito de bacón con tomate de la cafetería. Y aquí estamos, intentando estudiar discutiendo sobre el doblaje de las películas. El título de hoy está puesto así porque estábamos en la cafetería y he preguntado a la gente de la FAFU qué título poner y Aila lo ha propuesto. Después, hemos subido un cuarto de hora antes para el examen. El examen está hecho ya y me duele el dedo índice y el pulgar que os echáis de espaldas. He explicado todo lo que he podido sobre la Umma, sobre las themas bizantinas y más de hoja y media sobre la instalación de los pueblos germanos en el territorio romano. Ojú. Qué a gusto me he quedado y qué liberación más grande haberlo hecho. Próxima estación: trabajos de Historia moderna, medieval, epigrafía y Metodología.
Después de habernos quedado un rato hablando sobre el examen me he dirigido a casa, donde tras media hora de metro he estado comiendo unos macarrones con queso deliciosos a toda prisa y al Nostrum a por la comida de Laura. De allí a buscarla al polideportivo, donde estaba haciendo un examen de Educación Física y entonces, al centro cultural donde ha estado comiendo y le he dado mi regalo de mensuaversario, como me gusta llamarlo a mí. Hoy es 27, hace 15 meses que comencé a salir con mi soul sister. Gracias por existir. Espero no haberos ahogado demasiado en arcoírises. Después de una hora y media de teatro viendo cómo ensayaban Laia y Yossi su diálogo (porque más que una obra es un diálogo porque son dos solas) de Txekhov. Mientras tanto, yo gastando la batería del móvil jugando al Candy, es que su obra es aburridísima. Laia se lo merece, porque hoy mismo me ha dicho que la obra que yo hacía el año pasado era pesadísima y nunca la había visto entera porque se aburría. Pues oc. Después de teatro, a inglés que hoy me tocan los peques. Tengo un problema con uno de los peques "de cuyo nombre no quiero acordarme" porque vienen a buscarle muy tarde porque se olvidan de él, y eso que la madre tiene una tienda que está al lado de la academia y hay más gente además de ella. Pues bien, viene veinte minutos tarde y la madre tarda tres cuartos de hora en venirle a buscar. Pobres niños. Hoy ha venido uno que no era el padre, pero que era de la tienda y se iba sin la hermana que estaba en el lavabo. Madre mía... Los jefes le van a dar un ultimátum a los padres. Es una lástima porque al chaval se le da bien inglés. Hemos estado repasando porque el examen es el lunes y chan, chan, chaaaan. Y bueno, yo creo que les va a ir bien a todos.
He ido para casa de Laura donde hemos estado viendo un poco de The Big Bang (el último episodio de la 5ª temporada de Doctor Who) y bueno, a Laura le gusta Eleven y Amy. En fin.... Sin comentarios. Pero he aplaudido con el momento en el que le pegan un tiro al fez de Eleven y cuando River se carga al Dalek. OH, GOOD LORD. Es como un "OH, PLS, RIVER, STAHP, MAKE ME URS". Y, mira, llegamos al final del día. Salimos de casa de Laura y llovía un poco. Llego a casa y mis padres: ¿ESTÁ NEVANDO? Y yo: pero si no estamos a bajo cero, ¿cómo va a nevar? Y dice mi padre: ¡Es aguanieve! Y he pensado: Sí, aguachirri va a ser. Y ahora mismo estoy aquí, con mi bata de yayo y mi manta de zebra escribiendo esto disponiéndome a acabar de pasar un día de relax porque me lo merezco después de tanto estudiar.
Me alegra mucho de haber vuelto, a ver si duro mucho,
Que los dioses os guíen y que Minerva, Isis y Loki os acompañen en vuestros pasos.
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