Otro domingo más que me olvido de escribir, bueno a partir de la semana que viene voy a intentar que los domingos en el blog, que en mayoría no tendré casi nada que contar, haré un test o algo chachi chuli para rellenar el día. Hoy es lunes, pero hagamos como que es domingo, como que fue ayer. Me he levantado a las 9 de la mañana, pero estaba tan cansado que me he vuelto a dormir, me he apretado la cabeza contra la almohada murmurando: no pienso despertarme tan pronto y he dormido hasta la 14. Qué bien, madre mía. A las 16,45 había quedado con Bea para ir a casa de Cristina para ensayar la presentación oral y llegamos allí, helados de frío, Cristina nos recibe con una sonrisa y dejamos las chaquetas y en nada, comenzamos con las exposiciones. Como manda una buena anfitriona, Cristina fue primera y dijo lo que me sé yo ya tan bien, su exposición sobre la psicología y la motivación deportiva, aunque estaba nerviosa, va mejorando con la practica y aunque el cronómetro diga lo contrario, lo vamos haciendo mejor cada vez. Después vino Bea, que después de unos veinte minutos sobre Emilia Pardo Bazán, Carmen Martín Gaite y lo discriminada que estaba la mujer a finales del siglo XIX y comienzos del XX y sus avances como escritoras ambas, y yo estar boquiabierto por el pedazo de trabajo que ha tenido que hacer leyendose novelas como Entre Visillos o Viaje de Novios. De verdad, chapeau por el trabajo. Después he ido yo con mis lipdub y mis nombres y mis playbacks y mis participants y mis enquestes y mis entrevistes y mis l'un i l'un. Nervioso, más corto, pero bien, ya me defiendo con el tema cien por cien seguro, ya es mio, como siempre ha sido. Después una merienda de unas crêpes con nocilla y queso de chuparse los dedos cocinados por la madre de Cristina, expusimos delante de los padres y hermana de Cristina nuestras sendas exposiciones. A Cristina se la veía segura delante de su familia, y aunque Bea me susurrara que no lo quería hacer también estuvo muy segura de sí misma exponiendo. Un poco antes de terminar, me escapé a la habitación de Cristina a hacer mi ejercicio de dicción, eso de ponerme un lápiz en la boca y leer y hablar y hablar y hablar y ejercitar los músculos de la boca. Aunque al principio me encallaba porque estaba muy nervioso, supe al final tragarme los nervios y exponerlo delante de los padres de Cristina. Como ya era tarde, volvimos para casa Bea y yo, después de una tarde de ensayos y babosas. Y lo de las babosas es por cierto historial de cierto ordenador que no voy a decir nada más, porque no es plan.
Con aún más frío que antes, corriendo y saltando por la calle Santa Eulàlia volvimos Bea y yo a nuestras casas para poder entrar en calor, total no había un solo alma en la calle un domingo frío a las 21 de la noche...
Y tras hablar con Laura un rato por la noche, me fui a dormir, pues era ya tarde cuando me quise dar cuenta.
Que los dioses te guíen, lector y que Apolo y Diana vigilen tus actos.
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