Hoy era el único día de toda la semana de intercambio en que podía levantarme pronto, pues ellos se iban al Camp Nou y visitaban nuestras casas para comer (menos una gran parte de ellos, que iban a un restaurante), pero en fin, que llego a la plaza del Centro Cultural, corriendo, notando la ligera subida de la calle Pareto en mis gemelos, hartos ya de subir cuestas por el Carmel. Llego a la plaza y no había nadie, estaban los españoles que, al verme llegar me sonríen y me gritan: ¿QUÉ TAL LA RESACA? Pero yo no tenía resaca, así que se lo expliqué y me miraron decepcionados, como si esperaran que estuviera fatal. Al cabo de media hora llegan los polacos y cojo a Marcin y nos vamos a mi casa, le explico que vivo cerca y él me explica cosas sobre su casa, le voy indicando qué es cada cosa y él mete algunas palabras polacas con el inglés, pero en seguida, se da cuenta de su error y lo enmienda, repitiendomelo en inglés. Llegamos a casa y se quita las bambas, se conoce que es una tradición polaca. Saluda a mi madre, a mi padre y a mi abuela, que me miran como pidiendome con la mirada que les traduzca, Marcin me pide que le traduzca y me dice que está muy contento de que le hayamos invitado a mi casa, que hay una tradición en Polonia que ahora me tiene que invitar él a mí. Qué guay. Jodeos, los del restaurante, que vosotros no tenéis eso. Pasamos a nuestra habitación mientras se hace la comida y me enseña vídeos de niños rusos que hacen un parkour a lo hardcore. Bendito Google Translator que nos hace de intérprete cuando a él no le salen las palabras, como ramas de árbol o arar el campo, que ni siquiera sé cómo se dice lo de arar el campo, plow, creo que era. Lo de branches, sí, por supuesto, si es igual que en catalán. Eso sí, el polaco más raro que yo que sé. Nos llaman a comer, y mediante un inglés básico le traduzco a mi madre cosas que él me dice y mi madre le gritaba y le gesticula, mala idea, Marcin eso de decir cuatro frases en castellano para quedar bien. Le gusta la paella y se la come, corriendo. Yo, por querer escucharle y hablar con él me quedo el último y me la tengo que comer deprisa y corriendo, sin poder saborearla. Volvemos a nuestra habitación y mientras él me enseña y traduce canciones polacas, yo le intento traducir una canción al polaco de Els Amics de les Arts y le intento enseñar fotografías mías de Barcelona, porque dice "quiero volver a Barcelona, porque sé que no hemos visto nada de ella". Tenéis razón, mucha razón. Llegan las cinco y tenemos que volver al Centro Cultural, dónde los demás llegan lentamente, los que se los han llevado a casa poco a poco y cuando llegan los del Restaurante se forman dos grupos, pero gracias a Laura se vuelve a formar uno y comenzamos a cantar hasta que viene Carme y las profesoras y podemos entrar porque Palmón, Esther, Ari, Hermann y Laia tienen que ensayar La mort i el metge y Quim, Carla y yo nos quedamos por arriba para ocupar espacio, hacer fotos en el back-stage y ayudarles con vestuario. Me fijo en el gran nivel de grupo en el que estamos: todos nos cambiamos juntos sin preocuparnos de nuestras vergüenzas, por fin, somos un grupo de teatro como tal. Salen, actuan, con algunos fallos, pero ellos no lo entienden, la obra está en catalán y ni siquiera la profesora que habla castellano lo entiende. Después de la obra, suben, cantamos un último Szla dweszcieska (si es que se escribe así) y nos dirigimos fuera del escenario a hacer una última reunión, cada uno hablando sobre su resumen del intercambio y diciendo unas palabras, me pareció curioso el hecho de que todas dijeran que el Clown-chi no les gustó y que nos querían, mientras que los españoles eso de "i love you all", no lo dijeron y las gatas sacaron las uñas y defendieron a Tona, diciendo que a ellas sí les había gustado el Clown-chi, fue raro pero como para no gustarme, pues... Y nos despedimos, ya creyendo que es la última vez... Lloramos, nos abrazamos, cantamos, gritamos y no nos queremos separarnos pero Laura me coge del brazo y me obliga a irme, porque no quiere estar allí o explotará. Y nos vamos y...
Que Apolo y Diana os acompañen, lectores y que Fortuna acompañe a los polacos. Pożegnanie!
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