Me he levantado sin ganas. Clase de nuevo. God... A primera hora tocaba Geografía, resulta que tengo que entregar algo parecido a un mapa del barrio pero lo bueno ha sido la profesora que viene y nos pone un documental. El documental ya lo ví el año pasado en Economía, pero en la versión latina: Home. Un documental sobre el planeta Tierra con unas imágenes increíbles que según mi profesora "todo está relacionado con lo que estamos haciendo en Geografía".
A continuación clase de Catalán. Me perdí la clase del miércoles, pero bueno, se ve que siguieron (y hoy igual) con los pronoms febles.
Después clase de Historia del Arte, hemos quedado con nuestra profesora para hacer el examen que hicieron el martes para hacerlo a la otra semana, el miércoles. Y como la mujer no tenía el día hemos estado viendo una película sobre Van Gogh, ya que se ve que han comenzado con el Impresionismo. Me hacía gracia la película pues Van Gogh estaba todo el rato diciendo "me gustaría hacer un arte para IMPRESIONAR a la gente". Qué sutiles.
Hora y media de patio puesto que no había venido mi profesora de Historia y me he ido a casa a subir fotos y etiquetar gente de todos los demás días.
En clase de Tutoría charla sobre la prematricula de la Universidad y clase de Castellano leyendo poemas y cantando canciones. Me he ido con la sensación de "¿Y para qué he ido yo a clase?". Voy a casa a comer y entonces a las 15,30 habíamos quedado con las peques y Carlos y vamos hacia el metro con la madre y la tía de Ari que acompañaban a las pequeñas (Carlos y yo éramos los acoplados). Llegamos al rato a Urquinaona, salimos y hasta Jaume I a esperar a los demás. Por lo visto los polacos se habían ido a pegarse un bañito en la playa. Qué bien. En febrero. A diez grados. Para ellos tiene que hacer calor... Nos reunimos con esa alegría de que nos dicen "Hemos estado preguntando toda la mañana dónde estabais". Pues muriéndonos de asco en el instituto, my dear Polish! Nos dirigimos a Santa Maria del Mar, entramos y salimos por el Born, Àngels me explica que se llama así porque "bornejar" significa "hacer torneos" y en la Edad Media allí eran dónde se celebraban las justas entre caballeros. Recorremos el carrer Montcada, la antigua calle de la gente rica y en uno de los palacios de la Barcelona antigua se encuentra el Museo Picasso, el único en todo el mundo que se inauguró estando Picasso vivo y el único en el que el mismo pintor, donó sus propias obras. No se podían hacer fotos en el interior, pero nos ponemos una pegatina de "grupo visitante" y nos dividimos entre dos. A mí me agrupan con Marcin, un polaco alto con aparatos en los dientes y ojos azules. Finalmente terminamos españoles con polacos y encuentros casuales dando vueltas por el museo, viendo cuadros muy realistas al principio y luego ya salen de lo normal a lo cubista. A lo "¿Qué droga se fumó Picasso?".
A la salida del museo, Marina (una profesora de Dibujo del instituto que nos había hecho de guía por el museo a petición de Carme y Àngels) nos hizo dibujar a nuestra pareja de la otra nacionalidad "igual que Picasso" yo terminé dibujando a Marcin como un personaje de manga muy básico y él a mí de forma grotesca pero me encantó, me reí mucho. Y deberíais ver los demás dibujos, todos unas obras de arte.
Al salir del Museo, los mayores decidimos acompañar a los polacos a cenar en un restaurante al aire libre (helándonos) en plena oscuridad de la noche, en unas mesas con unas velas (gratis, eso sí, para nosotros), bar al que se accedía pasando por una tienda neohipster. Nos sentamos y qué sorpresa la nuestra cuando con Laia, Carla, Esther, Carlos y yo se nos sienta Freddy, el polaco con más éxito de todos, el "afro". Comenzamos a hablar en inglés hasta que una camarera a la que Laia bautizó como "la Amy Winehouse catalana" nos preguntara qué queríamos y tras una hora nos sirviera, comimos rápido pues los demás ya habían terminado y las profesoras polacas querían irse a casa porque iban en manga corta y hacía frío. Nuestras profesoras se habían ido a acompañar a las pequeñas y no iban a volver. Nos habían dejado a nosotros como responsables para acompañar a los polacos hasta el metro. Mira, nunca se me va a olvidar la cara de la profesora que hablaba castellano cuando le decimos, siendo sinceros: "Es que de noche, no nos orientamos bien, porque como nunca hemos estado, pues todas las calles son iguales". Carlos y yo aún tenemos pesadillas con esa cara, con la presión y el miedo de girarnos y que nos matara. Gracias a Laia, sí, Laia, la loca, la negra, pudimos llegar al metro. Tiene memoria fotográfica. Cuando llegamos a las Rambles, bajamos en una boca de metro de la L3 y me doy cuenta de que esa dirección no es, era la otra. Los polacos iban felices, hablando con Esther y Carla y riéndose, despreocupados. E incluso las otras dos profesoras sonreían mientras que la que hablaba castellano... tenía la Cara. Sí, con mayúscula porque no se la puede describir de otra forma. Jamás olvidaré esos ojos azules asesinos. Ese pelo corto rubio que parecía tener vida propia. Esa nariz de gancho afilada. Esos labios mustios y apretados. Ese ceño fruncido gritando "OS VOY A DEGOLLAR SIN ANESTESIA". Se estaría acordando de los muertos de Carme por haber dejado de responsables de 20 chavales polacos en medio de la noche en uno de los barrios más peligrosos de Barcelona a cuatro críos asustados.
Finalmente nos despedimos de ellos en la boca de metro correcta, dando abrazos a los polacos y yo me iba a despedir de la profesora, siendo amable pero ella ni me miró ni nada. Adiós, maja.
Se me ha olvidado decir que durante todo el trayecto Laia iba diciendo: "UN BAR, QUIERO UN BAR" Y Carlos y yo diciéndole: Laia, primero responsabilidades, después diversiones. Me sentía mi padre.
Finalmente llegué a casa, con la mirada de asesinato aún pegada en la espalda.
Que Apolo y Diana os acompañen, lectores y que Fortuna acompañe a los polacos. Pożegnanie!
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