21 de febr. 2012

Día 47: Talleres y Poble Espanyol

Comienza el día con emoción, un tanto cansado pero hoy tenía ganas de ir allí y comermelos a todos, que se abrieran los polacos, tan callados y tan secos ellos. Habíamos quedado a las 8,45 en la plaza y me he plantado allí, con la cámara cargada y preparado para la marcha. Lo que no había caído era el hecho de que Barcelona esté construida en una montaña y... SUBIDAS, SUBIDAS Y MÁS SUBIDAS. Porque lo que ayer me pareció una bonita y ligera bajada hoy ha sido una letal y horripilante subida infinita. Y por si fuera poco, cuando llegas a la puerta del albergue, cuando ya todas las fuerzas te abandonan como diciendo "Venga, ya no nos vas a necesitar, hasta luego, pringao", te asomas por la puerta y ZASCA otra grandiosa subida hasta el albergue en sí, que es tan modernista, tan islámico, tan rococó tan precioso él. Llegamos y nos dividen en dos partes iguales polacos y españoles iba con Carla, Jordi y Blanca, cuatro gatitas (del grupo de Els 4 Gats, las pequeñas, vamos) y un puñao de polacos, que a ver si me acuerdo de sus nombres: Alec, Frederik, Dominika, Michalina, Paulina, Marcin, Anna, Zuzanne, Julia, eh... No me acuerdo de más, olé yo. Creo que ya están, pero si hay alguno más que me perdone (wybacz mi) por habérmelo olvidado. Hemos comenzado el taller "Musical" con Tona, la profe de las gatitas, que nos ha hecho "calentar" pero en vista de que no entendían lo que pasaba y de que no sabían pronunciar la R (sonido que usábamos para calentar la voz) hemos dejado de hacer los ejercicios y hemos pasado a juegos de acción-reacción por parejas, los polacos muy cortaditos ellos, pero si hay que mojarse y actuar se hace y se actúa con un par de cojones. Eso sí, me he pasado toda la clase traduciéndole a la Tona todo lo que quería decirles a los polacos, el traductor oficial de la clase y ella diciendome todo el rato "T'estimo perque sense tu no ho hauria pogut fer". Jo, ya no me cae mal, es maja la chica. Después nos ha repartido narices de payaso y hemos hecho ejercicios de clownchi, es decir, hacer el ninja con la nariz de payaso todo serio. Nos ha contado que el próximo día ensayaremos una canción en castellano parodiándola para el musical, qué bien. "Cantar, uf, qué palo". Después durante el "break of half an hour" mientras nosotros (los españoles) comíamos el bocadillo, los polacos nos miraban desde la otra punta de la entrada del albergue, que hay como unos bancos al aire libre con arbolicos y esas ñoñadas, las únicas que se socializaban, las gatitas. Lo mejor ha sido la cara de Tona al ver que montábamos un musical nosotros en las escaleras cantando Happy Day con Laia después de haberle dicho a Tona que no queríamos cantar, que nos daba vergüenza. Después me tocaba el segundo taller, con Attis, el director de teatro del Ela-Ela, mi grupo de teatro, que hablaba un inglés con un acento muy cerrado, griego como es e intentaba explicarse con cosas que no le salía, pero no vengas y le ayudes a traducir "No me ayudes, que ya puedo yo solo", pobres polacos la cara que hacían de no estar entendiendo nada. Ha estado bien, me ha tocado practicar con la bella Paulina, que me ha explicado cosas como por ejemplo, que no le gusta el marisco y que cree que las habitaciones del albergue son como prisiones... Pues, hija, todas son así en los albergues... Incluso parecen lujosas y todo.
A la hora de comer, nos reunimos los catalanes en una sala, esperando a los polacos que habían subido a las habitaciones para comer juntos, en vista de que no bajaban y el hambre abundaba, decidimos bajar a comer. Los polacos ya estaban terminando de comer en silencio, recogiendo sus bandejas. El menú: una masa verdosa con queso fundido por encima que era "crema de espinacas con bechamel", no lo he cogido, vamos ni de broma. Luego como segunda opción había alcachofas que ni las he mirado, he ido al segundo, las cocineras unas bordes rematadas "no podéis coger nada más, a pasar hambre si no os gusta". El segundo plato era lomo con una salsita verdosa (que suponía ser perejil) y un tomate podrido con pimienta. De postre un flan duro como él solo y sin sabor alguno. Vamos, de todos los albergues en los que he comido, éste el peor. Pero el más bonito. Pero el peor. Pero si hasta la comida de Deltebre estaba mejor, vamos, hombre! Y las cocinas de Poblenou del Delta eran más majas y las de Lleida más atentas. En Tremp ya veremos cómo será cuando vayamos en abril... Después de comer, algunos se iban a su casa (catalanes) porque no participaban en la actividad de la tarde, visita al Poble Espanyol. Nosotros, nos hemos quedado ahí sentadicos, en la terraza, al sol, asándonos como buenos españoles, mientras los polacos nos miraban desde sus habitaciones. Cuando nos tocaba ir, bajamos toda la cuesta hasta el metro y hasta Espanya, dónde estaba montado aquello del Mobile Congress y no se podía pasar por María Cristina y había que subir por carrer de Mèxic, pasando por el Caixa Fòrum, diseñado por Puig i Cadafalch, antigua fábrica téxtil Casaramona. Como estaba todo vallado, los polacos no pudieron subir hasta el MNAC y tras una breve explicación delante del pavellón de Mies van der Rohe, diciéndoles que fue construido para albergar el pavellón alemán durante la Expo Internacional del 1929, derruido y reconstruido en 1986 utilizando fotografías para hacer la reconstrucción más fidedigna posible, yendo a buscar las piedras en las mismas minas que la primera vez, después llegamos a las puertas de la muralla de Ávila, Poble Espanyol comienza ahí. Entramos y nos detenemos en la plaza Mayor, tras una incómoda explicación personal de dónde venimos y de dónde vienen nuestros padres, mientras los polacos nos miraban, llenos de curiosidad pero con esos rostros indescifrables que no sabes si se interesan o no les importa una mierda lo que les digas, seguimos el recorrido, se van deteniendo en distintos lugares, tiendas, haciendo fotos con sus cámaras potentes, y yo con mi pobre cámara por otro lado. Intentamos explicarles el arte mudéjar, pero las profesoras deciden entrar en una tienda a comprar camisetas, se nos hace tarde y el sol ya se pone. Llegamos a un taller dónde soplan vidrio y hacen figuras realmente preciosas a mano, y aunque ya había cerrado, en ver que llega un grupo de jóvenes y que nosotros, le miramos con esas caras de lástima, decide el señor del taller hacer dos figuras: un precioso caballo y un esbelto gato a dos patas. Aplaudimos en cuanto acaba y el señor nos mira sonriente, esperando que le compremos algo. Yo le habría comprado algo, pero soy tan torpe que lo habría roto. Tras un recorrido por el Poble Espanyol guiado por Esther y los demás que les acompañábamos, deteniéndose a mirar cosas en una tienda del Barça y al salir, les dicen algo en polaco a sus profesoras, y la que habla castellano viene y le dice a Carme: necesitan comprar agua para esta noche en un supermercado. Total, que nos ves por Poblesec preguntando por un supermercado. Finalmente hemos acabado en un Condis, los catalanes comprando la merienda y los polacos comprando botellas de agua con sabores, porque no les gusta el agua normal, como la del albergue, que no es agua sola, es agua con sabor a metal. Al salir del Condis les ofrecemos galletas a los polacos, pero nos dicen que no, muchas gracias. Al rato vemos cómo le roban la comida a uno que sí ha comprado galletas. Hemos deducido que es porque en su país es de buena educación negar un ofrecimiento de comida, cuando en el nuestro sí que es de buena educación aceptarlo. Total, que llegamos al metro y otro día que tampoco se despiden de nosotros, a ver cuándo llega el día en el que lo hacen, leñe. Como mucho un "bye-bye" de la profesora que ayer nos enseñó a decir adiós en polaco. Volvemos a nuestras casas, yo, cansado me pongo a ver la tele en el comedor hasta la hora de cenar, subo las fotos y aquí me encuentro, otra noche más haciendo el diario-blog.





Que Apolo y Diana te acompañen, lector y que Fortuna nos acompañe a polacos y catalanes. Pożegnanie!


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