23 de febr. 2012

Día 48: Montserrat, instituto y opertura

Esta mañana me he levantado con el cansancio aún latente en mi cuerpo, me dolían los pies y los gemelos de subir cuestas y también los brazos, no sé de qué, pero me dolía todo. Me he levantado y me viene mi madre "Comprame una taza y a tu abuela algo y también abrígate, y no bebas leche que te vas a marear en el autobús". Gracias, mamá, gracias por los ánimos. Lo mío con los autobuses y los coches viene desde pequeño, siempre, siempre, siempre me he mareado y de pequeño tenía la extraña de creencia de que me mareaba porque tenía esa sensación de estar moviéndote sin mover los pies y que mi cerebro no lo asimilaba y por eso me dolía hasta que crecí y me dí cuenta de que no era dolor de cabeza si no de estómago, vomitaba (he vomitado contadas veces y siempre ha sido el chicle, que NO me hace nada) y me he dado cuenta de que lo que me marea es el frenar y arrancar y hoy he descubierto que también las curvas. Habíamos quedado en la plaza a las 8,45, mientras los demás hacían clases, que no sé cómo les estará yendo... Cristina, Bea, Noe y Alba, ¿cómo estarán? ¿Y Andrea en la uni? ¿Y Núria y Laura que hace mil que no las veo? Llegamos a la plaza y yo, creía que nos recogía el autobús, pero no, nos ha tocado ir hasta el metro, cuando he llegado arriba me dolían los gemelos cosa mala, esto de tanta subida me va a acabar matando. Hacemos transbordo en L2 y nos hemos tragado casi toda la línea entera, hasta el final. Salimos y era una parada en la que no había escaleras mecánicas ni normales para salir, sólo ascensores, imagínate que se va la luz, ¿cómo sales? Qué mal rollo. Salimos y había que subir una cuesta gigantesca, pero al menos, esta nueva salida, todo lo demás era bajada hasta el albergue. Llegamos y había el pequeño autobús Nevada esperándonos, con los polacos ya subidos en él. En vez de dejarnos sitios para nosotros, se habían sentado ellos y nos habían dejado sitios separados, qué majos. Me he sentado delante del todo con Àngels, ya que me mareaba. Salimos de Barcelona hacia la autopista y yo, lo había agradecido pues tanta frenada me iba a hacer subir el desayuno y sacarlo, pero después de "un medio sueño" con dolor de cuello incluído por la autopista, llegamos a la falda de Montserrat. En mi vida vuelvo a ir a Montserrat en coche/autobús. SIEMPRE CREMALLERA. Mil y una curvas horripilantes, desgarradoras, quería dejar de existir, con esto me recordaba a la marioneta del taller de Ester el viernes en el Institut del Teatre que mientras pasaba un mal momento la marioneta se partía en mil partes haciendo una metáfora del dolor que sentía, pues yo sentía como si me estuviera partiendo en mil pedazos, necesitaba explotar, explotar y explotar. ¿Lo mejor? Salir del autobús y tocar tierra firme. ¿Lo peor de salir? El frío que hizo de golpe. Ir sudado de un mareo en autobús y de golpe salir al frío no es nada bueno, pero ir con un chaleco y una camiseta y nada más es peor aún. Tras bajar del autobús nos dirigimos a un mirador a hacernos una foto grupal, a contraluz, todo sea dicho, después de ello recorremos el mercado de artesanía dónde compro un pan de higos para mis padres, pan que nunca verían. Después de eso, nos sentamos en las escaleras de la plaza central a comer el bocadillo y, nosotros, sorprendidos vemos cómo sacan unas galletas y unos bocadillos: parece que van adaptándose a nuestra forma de comer. Estaba la plaza en obras, pero aún así entramos a la basílica, a ver a la Moreneta, la portalada románica, la plaza barroca con inscripciones en el suelo y Esther y yo intentando traducirlas del latín, pero Carme corrigiéndonos y después de eso a hacer cola para entrar a ver a la Morena de la Serra, Rosa d'abril. Entramos y tras pasar por varias capillas, varias puertas de plata y ver mosaicos de inspiración bizantina forrados con pan de oro y gemas preciosas llegamos a la cúpula dónde la tenían, le hago una foto le toco el orbe en la mano, desgastado ya y la miro: románica ella y su hijo contemporáneo, ¿qué tal sedes sapientiae? No eres más que una estatua que ha traído dinero a esta montaña y a los negocios de la zona. Nada más. Para mí, no. Eres bonita y una importante obra de arte que debe ser venerada, pero no hasta tal punto de sacar negocio por cualquier cosa. Suerte que es gratis entrar y verla, porque era lo que nos faltaba. A las 13 venía la Escolanía, el coro infantil, a cantar el Virolai (eso de Rosa d'abril, morena de la serra...) y tras verlos nos asaltó la duda de "¿serán castrati?·" pero esa práctica fue abolida años atrás, ahora cuando les cambia la voz, les pegan la patada y renuevan la plantilla. A las profesoras les hacía ilusión de subir en funicular a la zona alta de la montaña y un funicular tan empinado, tan empinado que ha habido un momento que ha pasado a ser teleférico, bueno, exagero un poco, pero demasiado empinado estaba aquello. Iba gritando como un loco, con cada bamboleo, sufriendo mi vértigo y mi miedo a los teleféricos (porque aunque fuera un funicular, aquello iba colgado de un cable a muchísima altura, no es como el de Vallvidriera). Llegamos arriba y Palmón comienza a escalar como las cabras por una ladera de piedras y hierbajos hasta lo más alto, no se me ocurre nada mejor que seguirle. No me arrepiento de haberlo hecho, he comido mi bocadillo en la más absoluta paz de las alturas, lejos de los demás junto con Palmón y Hermann hablando de nuestras cosas, comiéndome el pan de higo que había comprado para mis padres y haciendo fotos desde las alturas, sufriendo por las alturas y por el viento y por pensar que me iba a matar en la bajada. Pero dado que estoy escribiendo esta entrada, no me he matado, pero ha habido un momento que casi me resbalo y si te resbalas, despídete de tu vida aunque lo que más me importaba era la cámara, no yo. Después de volver a bajar en funicular, ya más tranquilo porque ya sabía lo que era, entro en la tienda de Montserrat y compro una taza a mi madre pues se le rompió la que compramos cuando vinimos hace cinco o cuatro años. Compro otro pan de higo para que lo prueben mis padres y subimos al autocar. Me siento con Hermann delante del todo y después de las insufribles curvas de Montserrat me duermo, cierro los ojos mientras me zarandeo empujado por las curvas y al rato los abro y veo el hospital de Bellvitge delante de mí: me había quedado dormido de golpe y Hermann, a mí lado, igual. Bajamos en el Mercadona y llevamos a los polacos por el barrio, hasta el instituto. Entramos en la biblioteca y les servimos Coca-Cola y patatas, entra el director y les suelta un discurso que Agnieska (la profesora polaca que habla castellano) les tradujo. Los polacos cada vez eran más simpáticos y más abiertos, si les echaré de menos y todo al final... Después de lo del director, hemos estado charlando (yo se lo explicaba como buenamente podía) sobre los sistemas educativos en España y en Polonia, se ve que ellos tienen tres y tres. Es decir, su "ESO", the Lower Secondary que la hacen en un gimnasium o algo así, va desde los 13 hasta las 16 y tienen un examen al final de eso, algo parecido a la Selectividad y después en los "lyceum" hacen la Upper Secondary (mi Bachillerato), en la que se especializan en las asignaturas de las que se van a examinar al final del Upper mientras que las demás, las tocan por encima. Comienzan el 1 de enero y terminan el 22 de diciembre. Comienzan el 2 de enero y hacen fiesta el 6 de enero, mientras que a mitad de febrero tienen dos semanas de vacaciones (the Winter Holidays), luego hacen la Semana Santa (Easter) y a mitad de mayo las Spring Holidays, y hasta el 29 de junio haciendo clase y entonces, las Summer Holidays. Al fin y al cabo, más o menos hacen lo mismo que nosotros, pero hacen un año más de educación primaria. Se ve que su colegio es de 80 alumnos, 8 clases en total y que están divididos en muchas clases. Después de estar charlando, les hemos llevado las gatitas y yo por el instituto enseñándoles las clases, (yo he llevado a las profesoras y a unos pocos de los chicos), han quedado muy sorprendidos y les ha gustado, eso creo yo. Después tocaba actuar a los de aquí, pero cuando he llegado al centro cultural con los polacos, me dice Carme: ho farem diumenge, que está la sala ocupada. Total, que al final hemos hecho un círculo en la plaza del Centro Cultural y hemos comenzado a cantar canciones como "El pollo, el pollo con una pata", "Aserejé", "La Macarena", "Chu-chu-ah", "Tu cuerpo se mueve como una palmera" y una conga mientras los polacos bailaban e intentaban seguir las letras con ese acento de americanos que tienen al hablar (o repetir los sonidos, más bien, porque solo estudian castellano desde setiembre). Se han abierto, han reído, han saltado y ha sido el primer día en el que se han despedido de nosotros gritando: GOOD NIGHT, HAVE A GOOD DINNER AND A GOOD NIGHT, SEE YOU TOMORROW, TOMORROW MORE, AND THEN YOU TEACH US POLISH SONGS! Y se han ido cantando una que tenía un ritmo tranquilo y binario, que no sabría repetir porque el polaco me parece un idioma de lo más difícil con tantas consonantes y tantas CZs, Zs, CHs, Ks y Ws y Vs... Y que se abrieran y comenzaramos todos a cantar juntos se lo debemos a "the pet", a la perroflauta de las gatas, mi querida Laura Reshulona Paquelogosesuchurri.
Después de pasarme una hora hablando con Jordi y Palmón, me tocaba el examen de la academia, el cual no había estudiado nada. Me ha gustado el momento pre-examen, de estar toda la clase ahí fuera charlando riéndonos, me he sentido a gusto con la clase por primera vez en todo el curso, me ha gustado incluso. Hemos entrado y era un examen de tres ejercicios de Use of English, un reading sobre un ingeniero de carreteras holandés, un listening sobre la invención del microondas y había que hacer un writing (un article, en particular) sobre los periódicos en España... En fin, he salido antes del examen, una media hora antes... Me ha resultado demasiado fácil, teniendo en cuenta de que es examen de CAE, es decir nivel Advanced... Ya veremos el lunes qué opinan los demás...


Que Apolo y Diana te acompañen, lector y que Fortuna nos acompañe a polacos y catalanes. Pożegnanie!

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada