25 de febr. 2012

Día 51: Talleres y fiesta

Sábado. Ocho de la mañana. Nunca me había imaginado un sábado tan pronto, pero habíamos quedado a las 9 en la plaza del COPEM. Íbamos por última vez al albergue. Por última vez subir aquella cuesta infernal, por última vez ver aquellos arcos islámicos, aquella terraza que tanto me recordaba al sanatorio en el que estuvo ingresado Màrius Torres, aquellas vidrieras modernistas, aquella sala rococó, aquella escalera y todo aquello... Sólo echaré de menos las cosas que he dicho a partir de lo segundo, la subida cómo bien ya dije varias veces "No pienso volver en mi vida al Carmel, esto es San Francisco pero a lo bestia". Llegamos al albergue y resulta que Tona seguía enferma y ha venido una directora y actriz de teatro amiga de Attis, llamada Isabel, a hacernos un taller sobre poesia fónica, era coger textos sin sentido y comenzar a interpretarlos. Ha estado bien porque al final, hemos acabado todos juntos diciendo cosas sin sentido y yo, con Marcin, con el que comenzaba a hacer buenas migas, he hecho una interpretación sobre unas nubes que era "ellominuscula wadiscabaoi"! Le gusta Harry Potter. Este chico ya me cae mejor aún. Después del taller, salimos a la terraza del albergue, dónde hacía un sol derretidor y comenzamos a dar vueltas todos juntos a jugar al juego del Zombie, zombie, zum-zum a pleno sol. Todos sudando entramos a la media hora a hacer el siguiente taller. Ahora me tocaba con Attis que había preparado un ejercicio de confianza en tu pareja, Marcin, de nuevo, por supuesto, poniéndonos unas vendas alrededor de los ojos y el otro nos tenía que guíar mientras nosotros le cogíamos del hombro. Confié en Marcin yendo más o menos rápido, pero noté que Marcin, cuando estaba cegado, no confiaba tanto en mí y fue más lento, yo tenía que arrastrarle. Fue interesante el sentirse cegado, notaba el cambio de suelo, el eco de mis pasos en el vestíbulo, el frío de las ventanas, el sonido ensordecedor de las máquinas expendedoras y la risita alejada de Àngels. Después lo mismo pero más difícil. Ahora no podías tocar a tu compañero: tenías que ir a su alrededor diciendo: Go y Stop para que no se matara. Marcin lo hizo muy bien guiándome, pero debo decir que yo lo hice un poquito mal, pues me comenzaba a liar entre derecha e izquierda y él giraba bruscamente y demasiado, y de los nervios no me salía decirle que no girara tanto, que girara un poco menos. Pero en fin, todo salió bien, no se chocó ninguna vez, pero estuvimos encallados un buen rato entre una mesa y una silla diciendo: Go, Left, Right, not so left, Stop, STOP, STOP, OH LOOK OUT, MARCIN! No sé mató de casualidad... Normal que no confiara en mí. Después de comer en el albergue, hacemos el vago haciendo fotos con las gatas, los del Ela-Ela jugando al billar y partimos del albergue por última vez. Íbamos al barrio, al centro cultural, a ver actuar a los polacos que iban todos bien vestidos, con camisas, vestidos y trajes. No sabíamos si era por la obra o por la fiesta de después, el sopar de germanor. Era por la obra (información post-scriptum). Llegamos al centro cultural y como tenían que ensayar tenemos nosotros dos horas libres. Quedamos nosotros en llevar camisa e ir "algo arreglados". Vengo a casa, me ducho y casi con retraso llego al centro cultural con una camisa de cuadros azul eléctrico. El azul y yo. Es tan típico en mí. Los que actuaban al día siguiente habían quedado a las 5, pero Laia no aparecía y no pudieron ensayar. Total, a las 18 se abren las puertas de la sala. Nos sentamos en primera fila. Les vemos en las escaleras y con el telón abierto. Están nerviosos y nos sonríen, todos bien vestidos y mirándonos, preguntándose qué estaríamos pensando. Tras hablar Agnieska y Carme su discurso castellano-polaco, comienza a sonar una música. Era el polonés, irónicamente, una danza popular polaca que habían estado aprendiendo los chicos para bailarnosla. Iban cogidos por parejas de las manos y se movían al compás de 1, 2, 3 y se agachaban un poquito. Hacían puentes y se separaban y círculos. Genial. Lo tengo todo grabado. Después interpretaron unos cuantos EN CASTELLANO Cenicienta. Dominika hacía de Cenicienta. Marcin de Príncipe. Paulina de Ding-Dong (narrador). Julia de Madrastra y Anna y Zuza de Amalia y Amelia, las hermanastras. Mientras que Gregorz era el mensajero real que le entrega el zapato. Y Daria el hada madrina de Cenicienta. De verdad, estuvo muy chulo y un gran trabajo el habérselo aprendido en castellano. Después de eso comenzaron a usar unos powerpoints sobre Pulawy y su instituto y a presentarnoslo, todos muy atentos y se lo habían preparado muy bien. Incluso Agata, una de las chicas que es medio sorda, tocó el violín y debo decir que lo hacía excepcionalmente maravilloso. Alek tocaba la guitarra eléctrica y el piano para ambientar los powerpoints. Después de los powerpoints, nos hicieron subir a cantar todos juntos esta canción en castellano. Después nos dieron regalitoooooooooos. Una taza con su foto llena de caramelos. Por dios, abracé tan fuerte a Olga que casi la ahogo cuando me lo dio. Los caramelos están deliciosos. He probado ya unos cuantos, es que son una gran tentación... Hay unos cuantos bombones también. Bueno, ahora ya casi no quedan... Después de la actuación un tipo de concurso de mímica sobre cosas polacas que hizo acrecentar nuestra competencia con las gatitas, ya que nos dividimos. Después del concurso la cena de hermandad, el sopar de germanor. Preparado por los padres todo. Había tortillas, empanadas gallegas, croquetas, patatas, pasteles, cocas de crema, buñuelos rellenos, bizcochos de chocolate, galletas caseras y una radio. ¡Y comenzamos a saltar y a bailar con la comida en el cuello! ¡Y de repente se abre la sala del escenario y todos para adentro a bailar y a gritar como si no hubiera mañana! Pero entonces llega Carme a las 21 cerrando el chiringuito. Solo estuvimos una hora bailando... No sé cómo salió la cosa que entre Blanca, Laia, Ari y Carlos me convencieron de pedirles a mis padres que me dejaran marcharme de fiesta con ellos y... finalmente a las 22 llegamos a un bar, con sorpresa, cerca de Plaça Universitat... No llevaba dinero y no tenía ganas de beber alcohol, porque yo siempre he dicho que no bebo, que no bebo. Pero entonces... comenzamos a jugar a ciertos juegos en los que quería jugar con las cartas y comienzo a probar las bebidas y me termino bebiendo un vaso entero. Como fue mi primera vez bebiendo alcohol me subió muy rápido y para mí ya había llenado mi cupó de alcohol. De lo demás sólo recuerdo darme cuenta con Carlos de que era un bar de ambiente y que las chicas lo sabían pero que habíamos ido allí porque la bebida era barata. Y entablamos conversacion con unos gays que estaban en la mesa de detrás y yo dejo de beber, porque comenzaba a dejar de racionalizar mis actos porque notaba una vocecita en mi interior decir "¿Por qué haces esto?" y otra decir "Bah, da igual. Bebe.". Recuerdo salir del bar con la cara roja, roja. Hacerme fotos por la calle, caminar con Laia gritando por el móvil, llegamos al portal donde se había grabado REC y miramos hacia arriba y nos dice Blanca: "Dicen que se ve la vieja del final". No he visto REC pero me han contado el final, levanto la vista y veo una bola blanca y no sé si era el alcohol o el sueño que me dio un mal rollo ver la bola aquella, confundiendola por una señora mayor asomada que se me puso toda la piel de gallina y comencé a andar sin mirar atrás. Al final me paré a esperarles y llegamos a la parada de NitBus. Laia iba con el móvil deprimida (etapas de la borrachera) gritando que no la llamaban. Esperando al autobús se nos sienta al lado un treintañero con pinta de chaval que no quiere crecer, medio calvo y con gafas de pasta, con unos de esos skates de madera gigantescos gritando y diciendo tacos a un tío al otro lado de su carísimo iPhone. Al ver que Laia estaba triste comienza a darnos un sermón sobre que siendo tan joven no sabemos nada de la vida que él cobrando 4,500 euros mensuales por el alquiler de un local familiar tiene una residencia en las montañas, hace skateboard cada día y cuando se cansa coge un avión y se va seis meses a Tailandia. ¿Nos lo querías restregar o querías hacerte el chulito? Iba de guay, de millonario playboy y no llegaba ni a adefesio mal vestido. ¿Qué vas a saber tú de la vida si tienes 26 años? Suerte que no cogía el mismo autobús que nosotros. En el autobús llaman a Laia y ésta, más borracha aún, comienza a gritar de lo lindo y un tío delante de ella comienza a quejarse, hasta que al final Ari y Carlos se bajan en una parada de autobús cerca de su casa, Laia y yo en una dejando a Blanca en la siguiente. Acompaño a Laia hasta la puerta de su casa mientras ésta sigue gritando por el móvil y ando por las vacías calles del barrio a las 3 de la mañana pensando en lo que me acababa de pasar, pues se me había pasado ya hacía rato los efectos del poquísimo alcohol que había bebido. Me había gustado la experiencia y no me importaba repetirlo. Esto lo escribo días  después, porque como comprenderéis estaba tan cansado que lo último que quería era ponerme a escribir. Era como ahora, solo quiero dormir.

Que Apolo y Diana os acompañen, lectores y que Fortuna acompañe a los polacos. Pożegnanie!

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